Pasaré estos días con amigos,
y aunque no te escriba,
pensaré en ti.
O más bien no,
porque mis pensamientos estarán con la conversación
sobre el último decreto-ley,
pero desearé que estuvieras allí conmigo.
O lo mismo no,
porque si ese deseo fuera real,
te habría invitado a venir.
Eso sí, espero con ilusión volver a verte.
Aunque, técnicamente, esperar es distraerse del presente,
así que solo puedo prometerte toda mi atención cuando te vuelva a ver. Y como no soy un iluminado espiritual ni nada que se le acerque,
también esperaré con ilusión a abrazarme a tu espalda hasta que el despertador nos llame a filas,
y desearé tenerte allí para que analices el nuevo decreto-ley,
y joder que si estaré pensando en tu cuello, y tu cintura, y tus gemelos.
Y voy a parar, que me da que este mensaje ya es demasiado largo.